Artículo,  Blog

La salud mental del docente

Metodio Alcántara, «El escondido», es un personaje que me inquieta y me atrapa. Aparece en la novela de Víctor Ramírez, «Nos dejaron el muerto». Vive oculto detrás de un armario. El miedo lo atenaza y no confía en los que le rodean ni en sus palabras ni en sus gestos. Y «se acurrucaba encogidito más aún, allí tras el armario, como un feto».

Yo no sé quién se ocupa de la salud metal de los profesionales de la educación reglada. No sé, tampoco, quién debería hacerlo. Tengo mis sospechas, como cualquiera de ustedes, pero me sorprende que nunca nadie se haya preocupado de este tema de manera decidida, abierta y con valentía.

Un psicólogo me comentaba, precisamente hace unos días, la cantidad de docentes que reclaman sus servicios. Y no es de extrañar sabiendo la responsabilidad y las exigencias sociales que soportamos los maestros; las inquietudes que sostenemos y los vaivenes de nuestro trabajo —con idas y venidas de normas y leyes—, sin un liderazgo definido y con responsables que no escuchan a los que, día a día, tienen como objetivo que el alumnado descubra sus potencialidades, para su propio beneficio y de la comunidad en la que viven.

Grandes profesionales terminan actuando como Metodio Alcántara: esconden su trabajo y viven en el aula acurrucados y encogiditos. Y pienso que no podemos permitirnos ese lujo, ni el alumnado tampoco.

Cuidemos a los que cuidan del desarrollo personal, físico, emocional y social de los niños y jóvenes; sin duda, conforman el bien más preciado de Canarias.

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *