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Comenzamos un nuevo curso… Y sí, acaban mis merecidas vacaciones.

Estuve unos años fuera de la dinámica de un colegio. Luego estuve un año trabajando en los servicios centrales de la Consejería de Educación, en la Dirección Territorial. Renuncié a ese puesto y quise reincorporarme al aula. Lo necesitaba. Soy maestro. Unos meses de jefe de estudios en un centro y el resto del año escolar de director de otro. Presenté proyecto junto a un equipo, y ahora tenemos cuatro años para desarrollarlo. En estos años fuera del aula he aprendido mucho. Aunque después del periplo, las cosas no han cambiado tan rápido como a uno le hubiese gustado. Me siento orgulloso de mi profesión. Creo que debería de estar mejor remunerada. Creo que deberíamos ser más exigentes con nuestra formación permanente. Creo que deberíamos de contar con mejores escuelas, con espacios más amplios y cuidados, con mejores instalaciones. Creo que se debería de revisar el sistema de acceso al cuerpo de maestro. Creo que se debería de hacer un seguimiento más exhaustivo con aquellos que no cumplen. Creo tantas cosas… Yo, como cualquiera que lleve un tiempo en esta profesión tendrá soluciones mágicas, aunque quizás muchas más reales que las que se puedan tomar desde un despacho.

Cuando estaba en los servicios centrales cobraba 300€ como complemento. Ahora no supero los 250€ como director. Y me merecía ese complemento, como se lo merecen los compañeros y compañeras que en la sombra ponen en marcha una maquinaria en donde intervienen miles y miles de personas, muchas de ellas menores. Donde cualquier decisión puede cambiar la vida de cientos de personas. Así que no me quejo de eso. Pero no tenía ni una responsabilidad, ni administrativa ni penal. En cambio, los docentes y los Equipos Directivos sí, y me resulta paradójico que cualquier compañero/a cobre menos corriendo más riesgos.

No quiero centrar mi reflexión de inicio de curso en un debate sobre los sueldos y complementos… Es un síntoma, como otro cualquiera, de cómo ponemos en valor una profesión maravillosa y extraordinaria, que requiere ser diferente y que se convierte en un hermoso compromiso social y personal. Sé que la administración actual está trabajando en un plan para poner en valía, en todos los ámbitos, el trabajo que realizamos.

Pero puedo contarles, porque me consta, que hay muchos profesionales ocupados todos los días en mejorar la situación. Algunos de ellos que trabajan en otros ámbitos educativos y otros que lo hacen desde un centro educativo. Puedo contarles que nos dará igual cómo vaya de rápido el Internet en las aulas, cómo está el material de educación física, cómo de actualizada esté la biblioteca…, porque un maestro o una maestra, los de verdad, se levantarán mañana con gusanos en el estómago, desilusionado porque se acaba lo bueno, pero emocionado por los nuevos retos, los nuevos proyectos, los nuevos alumnos y alumnas, las nuevas familias… Sé que mañana miles de maestros y maestras se levantarán orgullosos de serlo, con la cabeza bien alta, de haber elegido la mejor y más responsable profesión del mundo. Porque el futuro, gran parte de nuestro futuro, se juega una vez más en el patio de un colegio.

Y sí, acaban mis merecidas vacaciones.

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